jueves, 17 de diciembre de 2009

DEFINIENDO A LA PATRIA (Poesía de mi autoría, mayo/2008)

“¿Qué es la Patria?”… comenzó a indagar mi infantil conciencia recién despertada en los días escolares. “Lugar de nacimiento al que se pertenece por diferentes vínculos”… decían el mamotetro del léxico y el pedagogo, pero el abstracto concepto permanecía inasequible a mi entendimiento.

Sólo cuando el cúmulo de experiencias, obsequio sublime del tiempo, disipó la confusión que nublaba mi mente, pude comprender que la Patria no es un concepto etéreo, sino al contrario; es todo cuanto los sentidos pueden imprimir en el pensamiento y en el alma: cada ser, cada lugar y cada creación, conjuntos todos de un mismo universo, la nación.

Más aún, he aprendido que la Patria no es un concepto inalterable, ya que con cada pensamiento, con cada palabra, con cada decisión, con cada acción, con cada paso a lo largo de mi efímera existencia terrenal, estoy constantemente definiendo a la Patria.

No es sólo la tierra que me vio nacer, es mi origen, mi motivo y mi destino final; no es sólo la historia de los próceres y la cultura de mis progenitores, es mi esencia, mi orgullo y mi identidad; no es sólo un bien material recibido en herencia, es la posesión más sublime que yo pueda legar.

Ahora, cuando miro mis huellas, vestigio imborrable de mi trayectoria, no puedo menos que asombrarme y agradecer al Creador el privilegio de trascender lo finito y aspirar a la eternidad a través del legado intemporal depositado en mi prole.

Ahora, cuando mi hijo pregunta: “¿Qué es la Patria?”… puedo abiertamente responder: “¡Hijo mío!, la Patria eres tú y todo lo que logres en tu vida para orgullo de los que te amamos”. “¡Hijo mío!, ahora tú estas definiendo a la Patria!”…

martes, 15 de diciembre de 2009

Anécdota personal


La primera vez que tuve contacto con el Pentathlón, fue a los 10 años de edad, como espectadora en el desfile conmemorativo de nuestra Independencia, por el corazón de Zapopan. Desde aquel encuentro nació en mí una creciente inquietud que, lamentablemente y por desconocimiento, mis padres no me permitieron concretar, argumentando que se trataba de una actividad exclusivamente varonil.


La adolescencia y la juventud pasaron, dejándome sus frutos a medida que continuaba trazando mi vida; las amistades, la universidad, el matrimonio y la maternidad me brindaron experiencia y alegría. Pero todo ese tiempo, aquella inquietud por ingresar al Pentathlón, permaneció latente bajo la resignación y la creencia de que mi momento había pasado ya.

Un día, buscando en Internet un curso de verano para mis tres hijos, aquella semillita me llevó a buscar la página del PDMU  (Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario) y al encontrarla me llené de un renovado entusiasmo al descubrir en ella el rango de 6 a 60 años. ¡Este fue el inicio de la realización de un sueño que creí irremediablemente fuera de mi alcance!

Antes del Pentathlón, yo tenía una vida agradable, tranquila y relativamente predecible; ahora como miembros activos de Infantería y del escuadrón de Caballería, la vida se ha tornado para mis hijos y para mí, toda una aventura, un reto constante, un mundo de cosas por aprender y por hacer, pero es eso precisamente lo que nos entusiasma y nos motiva a seguir adelante.

El tiempo no vuelve jamás, pero Dios me ha devuelto la oportunidad única de retomar mi inquietud y mi vida con una perspectiva mucho mas madura, realista y trascendente, pues ahora como esposa y madre, no creo que exista mejor lugar para enseñarles a mis hijos con el ejemplo, que mientras estemos vivos debemos seguir aprendiendo y creciendo, seguir planeando y actuando, seguir soñando y realizando. ¡Esto es vivir!

Gracias eternamente a Dios, al Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario y a todos los compañeros y amigos que en sus filas hemos encontrado.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Péndulo

Bondad o maldad, fe o temor, riqueza o pobreza;  cada polo implica la existencia de su opuesto y ambos se complementan, es decir, cada defecto,  vicio o carencia es la prueba innegable de la cualidad, virtud o satisfactor que se contrapone. Los polos opuestos son en realidad caras de una misma moneda que libremente elegimos, no el azar ni las circunstancias, sino cada uno de nosotros. Más bien, lo que ocurre en nuestro entorno y en nuestra vida es el resultado de las decisiones que hemos tomado; las circunstancias no crean al hombre, sino que el hombre crea sus circunstancias.

Obviamente, la vida no es simplemente blanca o negra, ya que vivimos oscilando constantemente entre la extensa gama de matices que hay entre los opuestos, tratando de mantenernos el mayor tiempo posible en el extremo que más nos atrae.
Ciertamente, siempre habrá quién sea más bueno ó más malo, más afortunado ó más desgraciado, según nuestra perspectiva y de la imagen que tengamos de nosotros mismos. A fin de cuentas, lo importante no es compararnos con los demás, sino medir nuestros propios logros y avances en relación a los errores y defectos que hemos superado, en busca de nuestro propio concepto de crecimiento y bienestar.

Cada uno tenemos lo que merecemos, lo que hemos decidido, ni más ni menos. Si tenemos problemas, la causa no es Dios, ni el destino o la suerte, ni mucho menos el prójimo, sino nuestras decisiones. En la medida en que dejemos de esperar recibir de los demás y comencemos a exigirnos a nosotros mismos, comprenderemos que las repuestas que buscamos, las soluciones que necesitamos, siempre han estado en nuestro interior, guardadas bajo la llave del libre albedrío.

La vida es un péndulo que no podemos detener, pero sí podemos aprovechar el impulso de sus oscilaciones para obtener el máximo beneficio de cada extremo: la experiencia de los logros y el aprendizaje de los errores.