jueves, 10 de diciembre de 2009

Vocación




Cuántas veces nos hemos preguntado cuál será nuestra misión en la vida, cuando ya desde la infancia hemos descubierto que tenemos determinada vocación y poseemos además, todas las aptitudes que esta requiere. Lamentablemente, suele ocurrir que las exigencias de la vida y las expectativas de los demás sobre nosotros, ejercen tal presión que nos obliga a renunciar a nuestra vocación y resignarnos a vivir anhelando un sueño frustrado.

Pareciera que aquello que más nos apasiona, está por alguna razón o circunstancia, siempre fuera de nuestro alcance, y aunque suspiramos y nos soñamos inmersos en el motivo de nuestra pasión, no vemos la forma de concretar tales sueños. Esto se debe a que tenemos esperanza de lograr aquello que anhelamos, es decir, esperamos tener la suerte de que llegue el afortunado y milagroso día, pero resignados de antemano a que es sólo un sueño y nada más. La fe en cambio, es la certeza de que vamos a obtener aquello que tanto añoramos sin lugar a dudas, como quien espera recibir en cualquier momento la mercancía que ya pagó y se regocija mientras hace los preparativos necesarios para la entrega.

Quien vive con esperanza, vive pidiendo y soñando, pero quien vive con fe, vive agradeciendo y planeando. La esperanza es pasiva y la fe es activa. La diferencia es sutil, pero trascendente.

Lo que más disfrutamos haciendo es aquello para lo que nacimos, nuestro propósito en la vida, por eso, en vez de seguir preguntándonos cuál será nuestra misión, preguntémonos qué estamos haciendo cada día por seguir nuestra vocación y obtener de ella el sustento, pues lo que hagamos con alegría y fervor, siempre estará bien hecho.


miércoles, 9 de diciembre de 2009

Existencia


Quien más sabe, tiene más obligación hacia los demás. El conocimiento y los valores espirituales son el mayor tesoro que podemos acumular en nuestra vida, siempre y cuando los apliquemos en beneficio de los demás, pues al contrario de los bienes materiales, pierden su valor si se les deja almacenados.
Aunque los bienes materiales son necesarios, carecen de la trascendencia que caracteriza a los bienes espirituales. Si sólo nos afanamos en amasar riquezas en este mundo material, es porque estamos tan huecos de valores, que no encontramos la manera de llenar nuestro vacío.
Es bueno y útil cubrir las necesidades materiales, porque después de todo, una parte de nosotros es innegablemente material, y este cuerpo tiene como el de todos los seres vivos, requerimientos específicos para garantizar su existencia terrena. Pero hay otra parte de nosotros que es intangible y se manifiesta como una existencia trascendental, sublime y eterna, llámese alma o llámese energía; es una esencia especial dentro de cada uno de nosotros que nos hace completamente diferentes al resto de los seres vivos sobre el planeta. Y seamos creyentes o no, quién puede atreverse a asegurar que las experiencias que este limitado cuerpo nos brinda son lo único a lo que podemos aspirar, ó quién puede afirmar sin temor a equivocarse que esta forma y este tiempo representan lo único que somos y tenemos.
Si nuestra mente es capaz de concebir, crear y manifestar la perfección que este cuerpo apenas puede imitar, como negar que el origen de tan maravillosa creación, llámese Dios, evolución, o lo que sea en lo que se desee creer, es superior en todo sentido a lo que mundanamente conocemos y que obedece a un fin mucho más elevado que nacer, crecer, reproducirse y morir.


lunes, 7 de diciembre de 2009

Hedonismo




Los vínculos que formamos a lo largo de nuestra vida nos brindan la oportunidad de experimentar un sentimiento de orgullo por pertenecer a determinados grupos. La aceptación y la seguridad son algunos de los privilegios que nos brinda tal pertenencia como pago a nuestra lealtad y obediencia. Son derechos adquiridos a consecuencia de acatar determinadas obligaciones. Se trata de una fórmula que como seres sociales, hemos aplicado exitosamente desde que habitamos el planeta: "sólo podemos exigir en la medida en que somos capaces de dar". Entre más aportamos, más útiles y valiosos somos en nuestro grupo, y por tanto, nos sentimos más orgullosos de pertenecer a él. A mayores retos y adversidades, mayor capacidad de respuesta y mayor esfuerzo. El placer radica en la satisfacción de haber cumplido cabalmente con los deberes.
Lamentablemente, existe una creciente tendencia por buscar sólo el bienestar personal, por empeñar la vida en una búsqueda constante del placer y evitar a toda costa cualquier sacrificio o esfuerzo. El hedonismo, la búsqueda del placer por el placer, es un cáncer que se propaga con letal rapidez, contaminando las mentes de niños y jóvenes ávidos por exigir sus derechos sin acatar obligaciones. La razón ha sido sometida a los caprichos de la pasión. La fórmula se ha desvirtuado...
El hombre no es el único que vive en sociedad, también lo hacen muchos animales; pero a diferencia de las sociedades animales, en  la nuestra  los individuos tenemos la libertad de elegir entre ser un elemento útil o un parásito, dejar huella de nuestro paso por la vida o malgastar el valioso tiempo de nuestra vida. La decisión es individual, pero sus consecuencias atañen a todos.