Los vínculos que formamos a lo largo de nuestra vida nos brindan la oportunidad de experimentar un sentimiento de orgullo por pertenecer a determinados grupos. La aceptación y la seguridad son algunos de los privilegios que nos brinda tal pertenencia como pago a nuestra lealtad y obediencia. Son derechos adquiridos a consecuencia de acatar determinadas obligaciones. Se trata de una fórmula que como seres sociales, hemos aplicado exitosamente desde que habitamos el planeta: "sólo podemos exigir en la medida en que somos capaces de dar". Entre más aportamos, más útiles y valiosos somos en nuestro grupo, y por tanto, nos sentimos más orgullosos de pertenecer a él. A mayores retos y adversidades, mayor capacidad de respuesta y mayor esfuerzo. El placer radica en la satisfacción de haber cumplido cabalmente con los deberes.
Lamentablemente, existe una creciente tendencia por buscar sólo el bienestar personal, por empeñar la vida en una búsqueda constante del placer y evitar a toda costa cualquier sacrificio o esfuerzo. El hedonismo, la búsqueda del placer por el placer, es un cáncer que se propaga con letal rapidez, contaminando las mentes de niños y jóvenes ávidos por exigir sus derechos sin acatar obligaciones. La razón ha sido sometida a los caprichos de la pasión. La fórmula se ha desvirtuado...
El hombre no es el único que vive en sociedad, también lo hacen muchos animales; pero a diferencia de las sociedades animales, en la nuestra los individuos tenemos la libertad de elegir entre ser un elemento útil o un parásito, dejar huella de nuestro paso por la vida o malgastar el valioso tiempo de nuestra vida. La decisión es individual, pero sus consecuencias atañen a todos.
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