La primera vez que tuve contacto con el Pentathlón, fue a los 10 años de edad, como espectadora en el desfile conmemorativo de nuestra Independencia, por el corazón de Zapopan. Desde aquel encuentro nació en mí una creciente inquietud que, lamentablemente y por desconocimiento, mis padres no me permitieron concretar, argumentando que se trataba de una actividad exclusivamente varonil.
La adolescencia y la juventud pasaron, dejándome sus frutos a medida que continuaba trazando mi vida; las amistades, la universidad, el matrimonio y la maternidad me brindaron experiencia y alegría. Pero todo ese tiempo, aquella inquietud por ingresar al Pentathlón, permaneció latente bajo la resignación y la creencia de que mi momento había pasado ya.
Un día, buscando en Internet un curso de verano para mis tres hijos, aquella semillita me llevó a buscar la página del PDMU (Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario) y al encontrarla me llené de un renovado entusiasmo al descubrir en ella el rango de 6 a 60 años. ¡Este fue el inicio de la realización de un sueño que creí irremediablemente fuera de mi alcance!
Antes del Pentathlón, yo tenía una vida agradable, tranquila y relativamente predecible; ahora como miembros activos de Infantería y del escuadrón de Caballería, la vida se ha tornado para mis hijos y para mí, toda una aventura, un reto constante, un mundo de cosas por aprender y por hacer, pero es eso precisamente lo que nos entusiasma y nos motiva a seguir adelante.
El tiempo no vuelve jamás, pero Dios me ha devuelto la oportunidad única de retomar mi inquietud y mi vida con una perspectiva mucho mas madura, realista y trascendente, pues ahora como esposa y madre, no creo que exista mejor lugar para enseñarles a mis hijos con el ejemplo, que mientras estemos vivos debemos seguir aprendiendo y creciendo, seguir planeando y actuando, seguir soñando y realizando. ¡Esto es vivir!
Gracias eternamente a Dios, al Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario y a todos los compañeros y amigos que en sus filas hemos encontrado.
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